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lunes, 30 de septiembre de 2013

EL MEJOR JAMÓN DEL MUNDO


EL MEJOR JAMÓN DE MUNDO

Aún todavía en nuestros pueblos de Salamanca, y como ha sido desde siempre, las matanzas tradicionales se realizan en los meses de invierno.     
Este hacer tradicional no es gratuito, la temperatura baja y una humedad relativa contenida por las nieves y el frío, hacían que los embutidos y jamones maduraran inicialmente en unas condiciones adecuadas para que se produzcan los procesos ideales de curación.
            
Cuando la temperatura subía, el producto ya había perdido la suficiente cantidad de agua como para que pudiera seguir evolucionando sin sufrir alteraciones que lo dañaran.
El resultado es visualmente un producto más mermado, donde se aprecian más irregularidades el la tripa. Un producto más natural que nos acerca a los sabores de siempre.
La dificultad de los mercados por la competencia en precios, ha llevado a preparar las instalaciones para sistemas industriales de rendimiento en ciclo continuo.
Se usan aditivos para que las carnes soporten altas temperaturas, en secaderos controlados de ciclo continuo. Con ambos factores, se consigue que los embutidos adquieran consistencia con la mínima pérdida de humedad (un 60% más de agua que el tradicional) y en menos de la mitad del tiempo.
La fabricación industrial permite incrementar los márgenes en detrimento de la relación calidad-precio.
           
El secadero natural es la única forma de garantizar que el producto final tiene el aspecto y sabor tradicional, aunque para ello se tenga que soportar un costo mayor.

       
     PRODUCTOS IBÉRICOS

El cerdo ibérico es una raza autóctona exclusiva de la Península Ibérica. Se cría únicamente en algunas zonas de España y Portugal.
Es la única raza porcina de pastoreo de Europa, lo que la hace diferente y exclusiva.
Un cerdo ibérico tiene un aspecto físico muy característico, hocico afilado, cabeza de pequeño tamaño, cuello ancho y corto, pero muy musculado, una pezuña digitada y negra, “pata negra”, pelo corto y ralo y la piel oscura o con manchas de diferentes tonos, en especial los claros. Las patas del cerdo ibérico son delgadas y fornidas, vitales para su actividad de búsqueda de bellotas, la base de la alimentación del cerdo con el que se elabora el jamón ibérico de bellota de calidad.
Un cerdo ibérico tiene un aspecto físico muy característico, hocico afilado, cabeza de pequeño tamaño, cuello ancho y corto, pero muy musculado, una pezuña digitada y negra, “pata negra”, pelo corto y ralo y la piel oscura o con manchas de diferentes tonos, en especial los claros. Las patas del cerdo ibérico son delgadas y fornidas, vitales para su actividad de búsqueda de bellotas, la base de la alimentación del cerdo con el que se elabora el jamón ibérico de bellota de calidad.
La cría del cerdo ibérico en libertad, como se da en España y en ninguna otra parte del mundo, obliga al animal a andar para buscar su comida, la bellota, el alimento del cerdo criado para elaborar el jamón ibérico de bellota. Andar da como resultado que el animal críe menos grasas superficiales y muchas más entreveradas. Los cerdos blancos y los de otras razas, ni tienen las mismas cualidades genéticas para asimilar las grasas ni tienen el instinto de buscar su comida ramoneando por las dehesas.
Hablamos de una raza con una crianza y alimentación muy singular, que en las dehesas  del sur oeste de la Península Ibérica ha encontrado un ecosistema ideal. Este ecosistema está constituido por encinas, alcornoques y otras especies herbáceas como la jara o la retama. La tradición de la cría del cerdo ibérico ha favorecido la conservación y la adecuada explotación ganadera de este espacio natural. El clima frío y seco proporciona el ambiente ideal para la excelente curación natural del que está considerado “mejor jamón del mundo”.
El saber hacer tradicional se ha transmitido a lo largo del tiempo, haciendo de los productos del cerdo ibérico algo exclusivo apreciado por los mejores paladares. Es sin duda, representación de la gastronomía española.